26 mayo 2007

Bach en Stalingrado

Esta audición ha tenido su origen en la situación que recientemente se ha creado entre algunos países hermanos. Han saltado las primeras brisas belicosas creadas por manipuladores inconscientes, lerdos e interesados que han alarmado a las auténticas personas de bien, provocando las primeras reacciones al verse, éstas, sacadas de su cotidiana paz. Quiero mandarles un mensaje de fortaleza para que no se dejen engañar por gentes que no han aprendido nada de la historia del hombre y que juegan con el sosiego y la vida ajenos. Espero y deseo que todo quede en una experiencia enriquecedora de hermanamiento y encuentren la música común que los une, como ocurrió en la más atroz de las batallas.

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Durante la Nochevieja, la disciplina en el revitalizado 62 Ejército se relajó y, a lo largo de la orilla, los oficiales soviéticos de elevada graduación organizaron una serie de reuniones en honor de los actores, músicos y bailarinas que visitaban Stalingrado para entretener a las tropas. Uno de estos artistas, el violinista Boris Goldstein, se alejó y se dirigió a las trincheras para llevar a cabo otro de sus conciertos de solista para los soldados.

En toda la guerra, Goldstein nunca había visto un campo de batalla parecido a Stalingrado: una ciudad tan terriblemente destruida por las bombas y la artillería, con montones de esqueletos de centenares de caballos descarnados por el hambriento enemigo. Y como siempre, también aquí se encontraban los siniestros policías de la NKVD rusa, que permanecían entre la línea del frente y el Volga, comprobando la documentación de los soldados y disparando contra los sospechosos de deserción.

El horrible campo de batalla conmovió a Goldstein y tocó como nunca lo había hecho antes, horas y horas, para: unos hombres que, obviamente, amaban su música. Y, aunque todas las obras alemanas habían sido prohibidas por el Gobierno soviético, Goldstein dudaba de que ningún comisario protestase durante aquella noche. Las melodías interpretadas por él fueron dirigidas mediante altavoces hacia las trincheras alemanas y, de repente, cesó el tiroteo. En el espectral silencio, la música surgía del inclinado arco de violín de Goldstein.

Cuando acabó, un gran silencio cayó sobre los soldados rusos. Desde otro altavoz, situado en territorio alemán, una voz rompió el hechizo.

En un vacilante ruso rogó:

Toquen algo más de Bach. No dispararemos.

Goldstein volvió a tomar su violín y empezó a tocar una viva Gavotte de Bach.

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(del libro Stalingrado de William Craig)






Cost of the War in Iraq
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6 comentarios:

Anónimo dijo...

La música es inspiradora, terapéutica, afrodisíaca. No me cabe duda, que incluso, puede lograr detener un ataque. Me imagino que es por el estado que nos provoca al escucharla, agudiza nuestros sentidos, nos hace más sensibles al entorno. Yo por ejemplo, lloro, me emociono, me calmo, me excito, hasta se me eriza la piel, pero jamás me ha provocado ira o rabia. Es curioso este fenómeno, porque está ligado estrechamente con nuestros sentidos y depende del estado de ánimo en que nos encontremos. Cuando uno está angustiado, sobresaltado, tiende a escuchar música que calme ese sentir, que relaje la mente y el cuerpo, en cambio, cuando vamos a una fiesta necesitamos que la música haga un efecto contrario, que nos exalte, nos estimule el cuerpo. Cuando estamos aquejados por una pena de amor, tendemos a escuchar música romántica ¿?. El único caso extraño del que he sabido, fue cuando ví el Sicópata Americano. El tipo sentía un especial placer cuando asesinaba a sus víctimas escuchando a Beethoven. ¿Es curioso no?. En todo caso estas sensaciones son personales. A mi me pasa que algunas melodías me excitan, me ponen en un estado de sensibilidad tan grande, que me provocan deseos, la imaginación también juega un papel muy importante. También hay otras veces en que la música te transporta a situaciones específicas, te lleva al pasado, te hace recordar a alguien o algún lugar o hecho especial.
Al igual que las "palabras", la música es un instrumento de placer.

Besos.

Unknown dijo...

“La práctica cultural de la música se ha enriquecido siempre con el mestizaje” Esta frase está sacada de un interesante artículo: Nomadismo, mestizaje y globalización: una traducción al castellano de La Odisea de Derek Walcott. que envié a nuestro común amigo Gustavo y que recomiendo a cualquiera que llegue a este post. La saco a colación por lo que dices y porque ya en algún otro tema de este blog digo eso mismo con otras palabras como en el de “Pop para Ana y Aura”. Realmente este blog es un homenaje al lenguaje común de la música como expresión libre del ser humano. Ya apuntaba en un comentario de tu blog que donde radica la igualdad de las personas es en los sentimientos. Por eso dices bien que una música te puede evocar a una persona o transportarte a lugares y vivencias pasadas, inspirarnos, ... Eso nos ocurre a todos, incluso a los más despiadados asesinos. Por eso mi deseo de que los rivales encuentren la música que los une. No en vano el saber popular nos dice que la música amansa a las fieras.

Anónimo dijo...

Es una gran anécdota; la música, en realidad, es que no tiene fronteras. Hay una pelicula llamada "Feliz Navidad" en la que se retrata esta misma historia, no sé si exactamente igual a lo contado en esta entrada, pero por lo menos tiene que estar basada en ella por el excesivo parecido entre ambas. Tambien hay que reseñar que está adaptada al televidente contando sub-tramas y tal, pero no deja de ser una buena pelicula para pasar el rato disfrutándola.

Anónimo dijo...

Lo de "feliz navidad" ocurrió en la primera guerra mundial. Alemanes e ingleses acabaron juntos en el campo de batalla cantando villancicos juntos, dejando las armas a un lado durante la noche buena.

Anónimo dijo...

Genial historia, la subo a mi tumblr ;) ( http://paranoiaseverywhere.tumblr.com/ )

yo dijo...

Esto suena un poco a rollo no?


http://www.espawarez.com